“Mi confrontación con la docencia”
El presente texto, es parte de la reflexión que se logro obtener como parte del primer módulo de la especialidad en competencias docentes acerca de nuestros inicios en la docencia, que relación guarda nuestra profesión con este servicio y la forma en que nos desempeñamos como profesores, la problemática que se nos presenta y algunas formas en que le damos solución:
En las diferentes etapas de mis estudios siempre me gustaron y se me facilitaron las ciencias exactas por lo que decidí estudiar Ingeniería Química. Sentía la inquietud de complementar mis estudios, abrirme el panorama y oportunidades de trabajo, explorar cosas nuevas e interesantes. Por lo que terminando la licenciatura entre a estudiar un posgrado, inicie la Maestría en Planificación de Empresas y Desarrollo Regional, ambos estudios los realice en el Instituto Tecnológico de Durango.
El haber cursado esta maestría me ayudo a desarrollar capacidades en mí que desconocía. También pienso que fue lo que me abrió las puertas para entrar a trabajar al INEGI en el área de tratamiento de la información, lugar en el que labore durante 5 años.
En el INEGI me gustaba mi trabajo, me sentía bien pero a la vez tenía la preocupación de que no era un trabajo estable, continuamente me renovaban mi contrato, pero no siempre había una seguridad de que esto sucediera.
Luego surgió la oportunidad de cubrir un pre jubilatorio el CBTa 171 en Nombre de Dios, Dgo., con miras a que si me desempeñaba bien tenía la posibilidad de quedarme. Me costo trabajo decidirme, primero porque se me hacía difícil desprenderme de un trabajo que me gustaba y disfrutaba y segundo porque me atemorizaba la idea de estar frente a un grupo en un salón de clases. Sentía dudas sobre si iba a poder desarrollarme adecuadamente, organizarme, controlar a los estudiantes, etc. Sinceramente lo que me hizo decidirme fue la posibilidad de tener un trabajo estable que en un futuro me permitiera desarrollarme profesionalmente y compartir tiempo con mi familia.
Con la ayuda de Dios, llegue a la Institución el 16 de agosto de 2009, me asignaron las materias de algebra y probabilidad y estadística. Sinceramente el que me dieran estas materias ayudo mucho, porque me gustan y tienen que ver con las actividades que desarrollaba en el INEGI y además se me facilitan. Esto permitió que poco a poco fuera adquiriendo confianza en el salón de clases. En efecto, tuve mi proceso de adaptación, el tiempo es clave y nos va ayudando para discernir si realmente tenemos la vocación de ser maestros o no. Además de que con la práctica comprendemos que no por ser maestros tenemos que ser perfectos, vamos aprendiendo de nuestros errores, cambiando actividades y actitudes.
Interactuar con otros maestros que cursan la especialidad en competencias docentes me sirvió para darme cuenta que la mayoría iniciamos con cierto temor esta labor por ser una actividad a la que nadie nos enseño a poner en práctica, en efecto dominamos la temática, el programa de estudios de alguna materia pero no las estrategias de aprendizaje o de desarrollar una clase que sea de provecho para el estudiante. Además encontramos que compartimos problemas y preocupaciones similares.
Por ejemplo se tienen alumnos que no están interesados en superarse, con actitudes de apatía y algunas veces hasta de indisciplina y ver como hay algunos padres de familia no contribuyen a que sus hijos se preparen mejor. Es una corresponsabilidad y en ocasiones se piensa que es solo el maestro el que debe encargarse de que todo marche bien. Hay casos diferentes y complejos. En un nivel medio superior podríamos quitarnos rápidamente de problemas y sacar del salón de clases al estudiante que nos empieza a inquietar a los demás, sin embargo esta sería un solución momentánea, aquí es donde podría entrar lo que menciona José M. Esteve en su texto “El malestar docente”, debemos ser maestros de humanidad y en lo posible tratar de ayudar a los jóvenes no solo en lo intelectual, sino a que también en su proceso de maduración.
También nos encontramos con el hecho de que nuestros estudiantes no tienen el mismo nivel de conocimientos, y es difícil discernir entre si nos damos un tiempo en nuestras clases para tratar de nivelarlos o si avanzar con los programas que generalmente son extensos.
A veces las circunstancias que se viven en los planteles en los que trabajamos no son las óptimas, por ejemplo el que no todos los maestros estamos en la misma sintonía, trabajando como un solo equipo, mientras que unos tratamos de componer, otros descomponen, hay docentes que no toman conciencia de su labor y no son responsables en lo que les corresponde. Pienso que en la medida en que se unificaran esfuerzos se obtendrían mejores resultados. Además, en ocasiones las responsabilidades entre los docentes no se distribuyeran equitativamente, a unos cuantos se les sobrecarga de actividades y otros profesores no devengan lo que están ganando. Este es un tema delicado, sin embargo es bien conocido que en la mayoría de las instituciones de gobierno suceden este tipo de situaciones.
Otra preocupación es que el gobierno no autoriza suficiente recurso a las escuelas, ó que las gestiones no sean las suficientes para que el recurso llegue a las instituciones. A muchas de éstas, les hace falta más equipamiento, mobiliario, inmobiliario, etc. Esto, en ocasiones influye a que la preparación del estudiante no sea la óptima.
En nuestro trabajo también encontramos satisfacciones, una de ellas es ver que nuestros alumnos pueden ingresar a una escuela de nivel superior sin ningún problema, que pueden vencer obstáculos e incluso convertirse en profesionistas y ser personas de bien.
Es también ver cada día como nuestros alumnos van adquiriendo más habilidades, más conocimientos, como se van interesando más por los temas, como van integrando sus aprendizajes, en pocas palabras como van progresando.
Otra de nuestras satisfacciones es que se nos reconozca nuestro trabajo y que fuera de aula los estudiantes te procuren en busca de un buen consejo.
Hoy en día pienso que la labor docente es una de las más nobles, que no solo estas ahí para hacer competentes a tus estudiantes en una materia, sino para educarlos, para guiarlos y ayudarles, muchas de las ocasiones hasta en cuestiones personales, es decir también contribuyes a hacerlos competentes para la vida, el hacerlos responsables para un trabajo, a que tengan un espíritu colaborativo con los demás, etc.
No estudie para ser profesora, tal vez aún carezco de muchas habilidades o técnicas docentes, a lo mejor no soy la mejor maestra, pero en la actualidad es algo que realmente me gusta y disfruto. Tengo mis días malos, como imagino que los tienen todos, cuando no todo marcha conforme a lo planeado, pero trato de darle vuelta a la hoja y al otro día o a la otra clase iniciar con más empeño. Además siento que tengo una actitud abierta para aceptar mis errores y retroalimentación de mis estudiantes, pero lo más importantes es que creo que tengo la voluntad y la capacidad para cambiar aquello en lo que me falta esforzarme más.
Lucho por superar obstáculos e ir resolviendo las dificultades que se me presentan. Hay situaciones que se convierten en retos, como por ejemplo que el alumno que no es tan bueno, se interese por la clase y progrese, así como hacer que el alumno bueno, sea excelente.
Siento que el ser maestro es una responsabilidad muy grande, tienes que dar de ti a los estudiantes, y es cierto pero también recibes, ellos te retroalimentan, no solo como docente sino a nivel personal.
Para poder dar como maestro tienes que estar lleno, ¿de qué?, de conocimientos, de espíritu de servicio, de ideas, de experiencia, de dinamismo, de optimismo, de ganas de superarse, de aprender, etc.
Así como los doctores trabajan con vidas y es una vocación muy especial, nuestra labor también lo es, no podemos improvisar, no podemos jugar, no podemos marginar o hacer menos a un estudiante. Siento ser consciente de esto y además quiero superarme profesionalmente y adquirir los conocimientos psicopedagógicas y técnicas de comunicación e información que se requieran para contribuir con una educación de calidad en nuestro país.
Así es que como parte del reto para estar mejor preparada como un primer paso estoy cursando esta especialización en competencias docentes, la cual siento que me proveerá de herramientas para que mis estudiantes aprendan a “aprender”, a que entremos a esta nueva tendencia en educación en la que se pretende que el estudiante sea el protagonista, que sea capaz de reflexionar, de analizar de expresar sus ideas y conocimiento, en pocas palabras, que sea competente.
Dicha tarea requerirá su tiempo y su esfuerzo pues ahora los conocimientos que requerimos los docentes tienen que ir de acuerdo a los programas de estudio, pero también a las necesidades, inquietudes, posibilidades y formas de comunicación de nuestros estudiantes. Pues para ellos hoy sentarse a solamente escuchar una clase y memorizar puede resultar aburrido, y probablemente no sea el método más eficaz para un aprendizaje significativo, por lo que hoy hay que estar a la vanguardia de los alumnos y en su misma “sintonía”, como por ejemplo en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación.
Espero ir adquiriendo y complementando las habilidades y herramientas que exige nuestra sociedad para ser una buena maestra y contribuir con mis estudiantes a que terminen su bachillerato siendo personas competentes, a que se sigan superando y a que sigan estudiando. Es un gran reto, pero si cada uno ponemos de nuestra parte y nos integramos como sociedad, cumpliendo nuestras responsabilidades, como docentes, como estudiantes, como padres de familia, como directivos, etc., considero que se podrán tener mejores expectativas de vida.
